jueves, 27 de junio de 2013

El andén número 24…

Eran las siete de la tarde de un  día  caluroso de agosto.  Nour, estaba esperando en la estación de tren la llegada de su amigo  Abraham que venía de visita a la cuidad. 

De repente se le acerco un niño pequeño de unos nueve años vestido con unas bermudas azules y una camiseta blanca.  Acto seguido, la sujeto por la mano derecha llamándola “Mamá”.

Aturdida por no saber qué hacer e incomoda  por la situación, le preguntó: ¿Dónde está tu madre?  No soy yo, pequeño.

El niño la miró fijamente y volvió a repetir “Mamá”.

Nour comenzó a inquietarse en serio cuando miró a su alrededor percatándose de lo desierto del lugar ya que ni un pasajero avistó ni de cerca ni de lejos.

El andén número 24 donde se encontraba esperando a su amigo estaba vacío y oscuro. No había nadie a quien preguntar. Algo nerviosa, intentó separarse del niño y soltar su mano; pero sin resultado, ya que cada vez que ella pretendía retirar su mano de la del pequeño más fuerte la sujetaba él.

Algo enfadada le dijo “Ahora te hablo en serio, pequeño ¿Dónde está tu mamá?... ¿Cómo se llama?” Todo ello con el fin de comunicarlo en la ventanilla de información y así poder localizarla.

Viendo el enfado de Nour el pequeño se soltó de su mano para señalar un lugar detrás de una palmera de dátiles que había en la estación.

La cara de Nour palidecía por momentos, porque en ese instante recordó una vieja leyenda que cuenta asegurando que allí habita la Señora del Río. Una historia que aterrorizó a niños durante  generaciones.

Mientras ella miraba fijamente el lugar, en ese preciso instante el niño comenzó a explicarle que su madre estaba allí, que lo estaba esperando y que hiciera el favor de llevarlo hasta ella porque tiene miedo de ir solo.
   
Cuando volvió la mirada para contestarle ya había desaparecido como por arte de magia.

Continuara…

Nour y el niño misterioso


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